Saramago

Morir es,
a fin de cuentas,
lo más normal y corriente que hay en la vida,
asunto de pura rutina.
 

Intermitencias de la muerte
J. Saramago
 

 

Un día se apareció tal cual era en su  Ensayo para la Ceguera  y me quedé esperando su próximo libro con impaciencia de novia. 

Cuando llegaron Todos los nombres e Intermitencia de la muerte, el compromiso se hizo oficial y ya no hubo pretextos para nuestros encuentros. Los otros, los Evangelios, Conventos y Cercos llegaron después, aunque nacieran antes como Ricardo Reis. 

Nos identificábamos tanto que se fue consolidando la relación y lógicamente terminaría en matrimonio con La Caverna y El Viaje del elefante.  La luna de miel fue deliciosa en La Balsa de piedra

Todo fue por su culpa. 

Me asaltaba con mayúsculas para encabezar conversaciones, así, en medio de cualquier párrafo y yo acepté su propuesta novedosa, cansada de plecas y guiones…

Volvió la cabeza un poco y susurró a su vez al oído de la mujer del médico, Lo sabía, no sé si estoy segura de que lo sabía, pero lo sabía, Es un secreto, no puedes decir nada a nadie, No se preocupe, no lo haré, Tengo confianza en ti, Puede tenerla, preferiría morir a engañarla, Debes tratarme de tú, Eso no, no puedo.

Me recordaba a saltos aquel subjuntivo ocioso que nadie se molestaba en usar y lo hizo elegante en su letra sabia…

Batiendo cuanto fuese piedra o piedra pareciese… 

Me hablaba mirándome a los ojos, era testigo al narrar, pero me dio la mano y me subó al renglón, justo a su lado…

… y de repente desapareció de la vista. Hizo plof y se esfumó. Hay onomatopeyas providenciales. Imagínense que teníamos que describir el proceso de evaporación del sujeto con todos los pormenores. Serían necesarias, por menos, diez páginas. Plof

Me sorprendió con situaciones absurdas, matizadas con lo verosímil, mostraba su regusto por lo insólito, por esas posturas extremas y limítrofes que explotan el delirio humano… 

Entonces, la Península Ibérica se movió un poco más, un metro, dos metros, como probando fuerzas. Las cuerdas que servían de testigos, lanzadas de borde a borde, como hacen los bomberos en las paredes que presentan brechas y amenazan venirse abajo, se rompieron como simples cordeles, algunas más sólidas arrancaron de raíz los árboles y los postes a los que estaban atadas. 

Me llenó la cabeza de utopías y metáforas, pero nunca perdió el fino e ingenioso sentido del humor que tanto me cautiva… 

Y a Venecia, qué le podrá ocurrir, Mira, amigo, la más fácil de las cosas difíciles en el mundo sería salvar Venecia, bastaba cerrar la laguna, ligar las islas entre sí para que el mar no pueda entrar a sus anchas, si los italianos no fueran capaces de hacer el trabajo solos, que llamen a los holandeses, que es gente para poner a Venecia en seco en un decir amén… 

Me regaló la minuciosidd del detalle, que apuntaló con sinónimos para no perderme y me puso a copiar sentencias para que luego las usara a mi antojo… 

Se calla siempre cuando la voluntad es firme… 

Me sedujo.
Me conquistó.
Y yo supe corresponderle con mi fidelidad de lectora empedernida. 

A veces, tan distraída voy mientras lo espero, que no escucho bien a mi alrededor, como el nombre de no sé qué famoso escritor que menciona un periodista en la TV, creo que acaba de fallecer, dice. Parece que era bueno, porque todos llevan tristes hasta la memoria. 

Suerte que mi Saramago es eterno. 


13 comentarios

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13 Respuestas a “Saramago

  1. Qué lindo post, Ade, qué lindo post, me ha sacado las lágrimas. Un beso muy grande.

  2. Loquemeahorro

    Realmente, un post precioso, qué buen homenaje.

    Por cierto, lo de «plof» me ha encantado.

  3. Todos nos sentimos un poco más tristes sin Saramago. Cuando hablaba o le entrevistaban era gloria bendita.
    He disfrutado lo que cuentas.
    Un abrazo
    Teresa

  4. R.

    AD: Bonito post.
    ¿Sabías que hicieron una película de «La balsa de piedra»? Esta novela, «Ensayo sobre la ceguera» y «La caverna» las recuerdo porque incluyen a un perro dentro de los personajes, pese a haber confesado en «Las pequeñas memorias» su temor temprano por los canes así como su fascinación por los caballos.
    ¡Saramago eterno! Cuán cierta es esta frase.
    Saludos,
    R.

  5. Eva

    No he leído nada de Saramago, lo confieso pero… Ya he comprado Caín y espero leerlo muy pronto.

  6. Isi

    Qué bonito, Ade. De verdad.

  7. adelita137

    Hola a todos… bueno, es que no quería hacer lo mismo de ponerme a llorar por una ausencia inevitable, creo que de cierta manera los grandes tienen esa ventaja sobre nosotros, pobres mortales, ellos quedan.
    R. supe lo de la peli, pero no la he visto, solo de pensarlo me resulta extraño,¿cómo será?
    Un beso
    AD.

  8. Hermoso artículo el que has redactado Ade. Tuve el enorme agrado de leer a Saramago hace muy poco tiempo y lo descubrí gracias ti y a tus blogueros amigos. A mí también me cautivó esa forma de redacción bastante particular. Por suerte los grandes como José tienen la habilidad de alcanzar la inmortalidad sin hacer demasiados esfuerzos.
    Un abrazo.

  9. Hola Adela!

    He estado un rato paseando por tu blog y lo primero es felicitarte, se me ha pasado el rato sin darme cuenta.

    En segundo lugar, decirte que comparto comparto tu curiosidad sobre como serán las pelis de los libros de Saramago. Yo no he visto ninguna.

    Un abrazo !

  10. adelita137

    Gracias por llegarte a «mi casa». Me alegro que hayas pasado un buen rato. Es curioso, uno se imagina las propuestas de Saramago cuando va leyendo, sin embargo, creo que llevarlas al cine es algo difícil, como que cuesta captar la filosofía y el misterio que encierran sus letras. Ya veremos.
    Un sludo
    AD.

  11. Ade:
    que homenaje tan hermoso para este escritor. Y dices bien: es eterno gracias a sus obras.
    Que entrada tan más bonita.
    Un beso,
    Ale.

  12. Que nada… simplemente, me has hecho lagrimear! Y eso no me pasa seguido leyendo blogs, en serio.

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